Sociedad

La chica en concreto, a 32 años del caso de Junko Furuta

El pasado oscuro de Japón, un país tan estrictamente perfecto en donde existió y existen casos brutales de asesinatos. Esta es la historia de una adolescente víctima de la delincuencia, cuya muerte inspiró a cientos de artistas.

ADVERTENCIA: Este artículo contiene descripción gráfica y detalles del caso policial, no aptos para lectores sensibles sobre al tema abordado.

Junko Furuta, sus captores y la casa del horror.

Por Pía Yoko Carrizo

La joven Junko Furuta nació en 1971 en el distrito de Misato, Japón, donde creció junto a sus hermanos bajo la tutela de sus padres. En su adolescencia, a los 17 años, se dedicó a sus estudios en la preparatoria del distrito llamada Yashio-Minami y tuvo una de las mejores puntuaciones. Además, se la recuerda por su belleza, por amabilidad con sus compañeros y profesores, y por su larga lista de pretendientes. Su vida se concentraba en dos objetivos: el estudio y el trabajo, que mantenía en forma part time para ayudar a su familia.

Entre sus pretendientes se encontraba Shinji Minato, quien junto a su jefe Hiroshi Miyano, y otros menores de edad, Jō Ogura y Yasushi Watanabe, quiénes la secuestraron y torturaron tras 44 días de cautiverio. El séquito de jóvenes criminales eran conocidos por sus influencias sobre la ciudad de Misato, ya que estos pertenecían a la denominada Yakuza, la mafia japonesa. Sus delitos eran el hurto de carteras, robos menores, extorsiones y también violaciones contra mujeres del distrito. Por ese motivo se les temía y se los evitaba.

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