El pasado oscuro de Japón, un país tan estrictamente perfecto en donde existió y existen casos brutales de asesinatos. Esta es la historia de una adolescente víctima de la delincuencia, cuya muerte inspiró a cientos de artistas.
ADVERTENCIA: Este artículo contiene descripción gráfica y detalles del caso policial, no aptos para lectores sensibles sobre al tema abordado.

Por Pía Yoko Carrizo
La joven Junko Furuta nació en 1971 en el distrito de Misato, Japón, donde creció junto a sus hermanos bajo la tutela de sus padres. En su adolescencia, a los 17 años, se dedicó a sus estudios en la preparatoria del distrito llamada Yashio-Minami y tuvo una de las mejores puntuaciones. Además, se la recuerda por su belleza, por amabilidad con sus compañeros y profesores, y por su larga lista de pretendientes. Su vida se concentraba en dos objetivos: el estudio y el trabajo, que mantenía en forma part time para ayudar a su familia.
Entre sus pretendientes se encontraba Shinji Minato, quien junto a su jefe Hiroshi Miyano, y otros menores de edad, Jō Ogura y Yasushi Watanabe, quiénes la secuestraron y torturaron tras 44 días de cautiverio. El séquito de jóvenes criminales eran conocidos por sus influencias sobre la ciudad de Misato, ya que estos pertenecían a la denominada Yakuza, la mafia japonesa. Sus delitos eran el hurto de carteras, robos menores, extorsiones y también violaciones contra mujeres del distrito. Por ese motivo se les temía y se los evitaba.
Pero eso no fue el caso de la joven Junko Furuta, quien el 25 de noviembre de 1988, cerca de las 20.30, cuando volvía de su rutina al hogar, se topó con ellos. Tras un accidente simulado por los delicuentes Miyano y Minato, Furuta capturada y llevada a un almacén abandonado, donde fue abusada sexualmente; las acciones se repetirían luego en un hotel cercano. Luego, los delicuentes la amenazaron con lastimar a su familia y así lograron llevarla a la casa de Misato y hacerla pasar por una amante de uno de los abusadores.
Dos días después, los padres de Furuta reportaron la desaparición de su hija. La noticia llega a oídos de los secuestradores quiénes, a punta de cuchillo, forzaron a Junko a llamar a sus padres para que les dijera que se había fugado, quitando todas las sospechas de un secuestro. Entonces comenzaron los llamados 44 días en el infierno de chica japonesa; que fueron reconstruidos por los propios victimarios frente a la justicia.
Durante ese lapso, Furuta fue abusada física y psicológicamente, torturada, y violada por más de 100 personas, invitados a la residencia para abusar sexualmente de la joven como parte de un rito ceremonial para nuevos integrantes de la Yakuza. Los actos de violencia y vejaciones incluyeron la introducción en el cuerpo de la chica de todo tipo objetos, como fierros, pirotécnia, botellas y bombillas prendidas que llegaron a explotar dentro de su cuerpo; también recibió quemaduras con cigarrillos y encendedores, e incluso llegaron a aputarle un pezón.
La Yakuza es una mafia japonesa que data del siglo XVII. Esta organización se encarga del tráfico de drogas, lavado de dinero, tráfico de armas, industria sexual, corrupción en la política, banca y el sector empresarial, especulación de bienes inmobiliarios.
Los daños a la chica fueron terribles, también obligada a comer cucarachas, sus propias heces y a tomar su orina, con el paso de los días su deterioro se fue acrecentando. Uno de los cuatro abusadores comentó que, por sus daños, la víctima tardaba una hora para bajar a la planta baja y otra hora para subir obligada al cuarto de tortura.
Una vez, a comienzos de diciembre, Furuta intentó llamar al número de emergencia desde la planta baja de la residencia pero fue interceptada e interrumpida por Minato. Entonces la chica perdió las esperanzas de poder salir de ese infierno. Como castigo, los victimarios vertieron líquido inflamable sobre sus piernas, muslos y parte de sus brazos y la prendieron fuego, dejándola con múltiples heridas abiertas y pus durante los siguientes días.
Los castigos y repetidos abusos fueron llegando a su fin cuando ya no existia belleza alguna sobre ella, ya irreconocible. El 4 de enero de 1989, Furuta fue retada a un juego de mahjong contra el jefe del grupo y al perder se desquitaron con ella por última vez. Con el paso de las horas, el cuerpo de la joven ya sin vida comenzó a descomponerse y los captores idearon un plan para sacar el cadaver de la vivienda: lo envolvieron en alfombras y lo llevaron a las afueras de Tokio para meterla en un contenedor y llenarlo de cemento fresco.
Unos días después, la policía recibió una denuncia de una mujer joven que había sido abusada por un grupo de agresores entre los cuales se encontraban dos de los asesinos de Furuta: Hiroshi Miyano y Jō Ogura, quienes fueron arrestados. El caso tenía cierta similitud con el de la desaparición de Furuta, y por eso la policía decidió interrogar a estos delincuentes por separado. Fue entonces que Jō Ogura confesó todo e involucró el resto de los asesinos de Faruta.
Los policías se encontraron impresionados con la información, ya que ellos se referían a otro caso ajeno a Junko Furuta; pero aun así revisaron la zona donde el joven criminal había dicho que se ésta se encontraba. Al equipo policial le costó reconocer el cuerpo de Furuta, pero su identidad pudo ser determinada por sus huellas dactilares y por sus dientes. Además, en sus genitales encontraron diferentes tipos de ADN, lo que hizo imposible determinar quiénes habían sido los otros abusadores; también descubrieron que Furuta estaba embaraza al momento de su muerte.
Los abusadores recibieron sus sentencias en diferentes momentos. El primer sentenciado fue el jefe de la pandilla Hiroshi Miyano, quien recibió 17 años de prisión y apeló sobre su condena argumentando que era demasiado para un menor de edad, ya que al momento de los hechos tenía 18 años; sin embargo, el juez de caso subó su condena a 20 años; y su madre debió pagarle unos 50 millones de yenes a la familia Furuta.
El siguiente condenado fue el dueño de la casa donde Junko pasó sus últimos días; su condena final fue de nueve años, ya que en el momento de los hechos el delincuente tenía 16 años. Mientras que su familia -madre, padre y hermano-, que eran conscientes de las atrocidades que el grupo de adolescentes cometía en la vivienda, si bien no fue condenada, perdió años después una demanda contra la familia de Junko Furuta.
Por último, el criminal que declaró todos los hechos recibió la sentencia de ocho años de prisión a la edad de 17 años, para luego seguir con su vida de criminal entrando y saliendo constantemente de prisión. Su familia sintió un odio sobre la joven Furuta, y se supo que su madre destrozó la tumba de la difunta joven por haber destruido su vida y la de su hijo.
Las condenas fueron muy pequeñas por la protección al menor que existe en Japón ya que todos los asesinos, violadores y abusadores eran menores de edad. La prensa, el juez de caso y la policía calificaron los hechos como «violencia excepcionalmente grave y atroz».
Las condenas fueron muy pequeñas por la protección al menor que existe en Japón ya que todos los asesinos, violadores y abusadores eran menores de edad. La prensa, el juez de caso y la policía calificaron los hechos como «violencia excepcionalmente grave y atroz». Incluso se reportó que uno de los presentes en la sala terminó desmayándose al escuchar los detalles del tormento sufrido por Furuta.
La historia de Junko Furuta terminó de forma horrible e inimaginable para el mundo y para Japón. La escuela a la que asistía la despidió en su funeral con palabras emotivas. Una de sus amigas y compañera comentó para todo el mundo: «Jun-chan, bienvenida de nuevo. Nunca he soñado que te volveríamos a ver de esta manera. Debes haber tenido tanto dolor… tanto sufrimiento… El happi (representación de que clan representaba) que todos hicimos para el festival escolar te pareció muy bueno. Nunca te olvidaremos. He oído que el director te ha presentado un certificado de graduación. Entonces nos graduamos juntas, todos nosotros. Jun-chan, no hay más dolor, no hay más sufrimiento. Por favor, descansa en paz…»
La vida de Junko y su muerte inspiró a muchos artistas, creadores de mangas y músicos para inspirarse y escribir su historia en forma de canciones, mangas y películas que nos recuerdan la vida de esta chica. 32 años después de su muerte, se sigue hablando de ella, para recordarnos quién fue y también que existe gente horrible.
Fuentes :
https://es.wikipedia.org/wiki/Asesinato_de_Junko_Furuta
https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/el-estremecedor-caso-junko-furuta-joven-fue-nid2464846/