La experiencia de enseñanza y aprendizaje del equipo de docentes del Jardín Dante Alighieri durante el periodo de continuidad pedagógica en este año de pandemia. Cómo se generaron los vínculos, se compartieron las propuestas y se pudo jugar desde la virtualidad.

Por Mercedes Perticaro*
Las primeras semanas en el jardín son fundamentales, previamente acondicionamos las salas, preparamos material, renovamos juegos y juguetes, completamos las bibliotecas, lo preparamos todo para recibir a los niños. Con el paso de los días comienzan a sentirse parte de un grupo, de la sala y más seguros dentro del Jardín.
En marzo muchos niños regresaron al jardín y algunos otros, los más pequeños, ingresaron por primera vez. Algunos llegan con toda la energía a reencontrarse con sus amigos, otros están emocionados con sus mochilas y sus tazas, y apenas pasan por la puerta sacan todo para poder compartirlo. Los más pequeños miran asombrados, otros lloran y repiten “quiero ir con mamá”. Algunos quieren “dar vuelta la sala”, porque así son ellos: necesitan explorar, compartir, “tocar”, necesitan «vivir el jardín».
Junto a las emociones de cada niño también están las nuestras, las de nuestro equipo de trabajo que son casi las mismas y, por supuesto, están las emociones de cada familia. Para algunas de ellas es la primera experiencia de sus hijos en el jardín y para otras es el cierre de una etapa inolvidable. Sus hijos no regresan al jardín solo como alumnos sino como «Egresaditos».
Ahora, imaginen todo ese proceso «interrumpido». El día viernes 13 de marzo despedimos a los nenes, seguramente cantando, felicitándolos por la semana que habíamos compartido, no sólo sin pensar en que no volveríamos a verlos el próximo lunes sino también sin imaginar el contexto general de lo que estaba pasando.

A los dos días volvimos al jardín, manteníamos distancia entre las seños (eso ya nos parecía rarísimo) y casi instantáneamente comenzamos a pensar las propuestas para al menos dos semanas. Tampoco imaginábamos que se convertirían en meses. Fue inevitable preguntarnos… ¿Qué hacemos? ¿Cómo lo vamos a hacer? A partir de ahí comenzaron los desafíos , aprender a utilizar de manera operativa la plataforma, organizar los contactos de las nuevas familias para poder comunicarnos, definir la modalidad teniendo en cuenta cada propuesta que se enviaría, etc, etc, etc.
Eran más las dudas que las certezas, teníamos todo por descubrir. Comenzamos por redactar las propuestas y enviarlas mediante un enlace de Drive, pero cómo podíamos pasar de la sala a las casa mediante una hoja y teniendo a las familias como mediadoras leyendo o interpretando las propuestas? ¡Algo había que hacer! Entonces sentimos que la mejor manera de llegar a ellos era mediante nuestros videos y comenzamos a grabarnos.
En ese momento comprendimos que no debíamos ser “youtubers” ni “actrices” debíamos ser sólo y nada más ni nada menos que sus «seños». Enviar las propuestas no nos fue suficiente, entonces generamos para cada niño una carpeta para que pudieran compartirnos su fotos y videos. Necesitábamos estar comunicados y las pantallas no fueron un impedimento. Las familias se convirtieron en nuestros aliados, el trabajo en equipo se fortaleció, ahora las diferentes experiencias se compartían más que nunca para poder llegar a cada familia y a cada niño de la mejor manera. Las reuniones semanales se transformaron en una rutina necesaria para compartir, reflexionar y expresar nuestros sentimientos.
Las propuestas no eran la prioridad, la prioridad siempre fueron los vínculos, era necesario saber y sentir que nuestros niños estaban bien, conocer los contextos de cada familia, el acceso a la plataforma, las condiciones para que nuestros pequeños pudieran recibir el jardín en casa. Nadie estaba preparado, ni las familias ni el jardín, pero teníamos que adaptarnos y acomodarnos, teníamos la obligación como adultos de dar, brindar y acompañar el derecho de cada niño a la educación.

Entonces incorporamos los encuentros virtuales, nuestras casas se acondicionaron para encontrar ese lugar para esperarlos, para encontrarnos con ellos y poder abrazar, contener y transmitir todo nuestro trabajo y amor a través de los celulares y computadoras. Les aseguro que el corazón nos late muy fuerte cuando vemos que comienzan a conectarse y las pantallas se transforman en las caritas de cada uno de nuestros alumnos, ni hablar cuando la computadora nos indica que se está perdiendo la señal o se “está por cortar internet”.
Encontramos la manera de llegar a cada uno mediante la plataforma, mediante whatsapp, por mail, con llamados, encuentros virtuales. Aprendimos a editar videos, agregar stickers, incorporar música y otras tantas cosas más, y aunque parezca fácil, todo era parte de este gran desafío. Las propuestas se piensan y se “re piensan” en función de los niños, las familias y los aprendizajes significativos. Pensamos propuestas que convoquen, que inviten a jugar, explorar y a encontrar respuestas desde casa, porque si hay algo que tenemos claro es que los aprendizajes se construyen entre todos, y así lo estamos haciendo desde marzo.
Durante este periodo comprobamos que la virtualidad sostiene pero no reemplaza, sabemos que la magia del jardín y la sala ocurren sólo allí, pero también sabemos que este año dejará otros aprendizajes. Tal vez todos o muchos recordarán que no pudieron ir al jardín, pero que sus seños estuvieron cada día, se transformaron en “superhéroes”, “magos”, “piratas”, les brindaron una tarde cantando y bailando y la posibilidad de tener “la merienda compartida” que tanto disfrutamos en el jardín. Los egresaditos sabrán que podrán despedirse rodeados de sorpresas y momentos especiales. Niños y Familias sabrán que nos superamos para darles lo mejor, que nunca, ni aún en los momentos de mayor incertidumbre, pensábamos que no íbamos a poder y, por sobre todas las cosas, nunca dejamos de aprender, porque quien se atreve a enseñar, nunca debe dejar de aprender.
* Seño de Nivel Inicial.