EDUCACIÓN EMOCIONAL EN EL NIVEL INICIAL DE LA DANTE
La importancia de las dinámicas y los espacios lúdicos en la formación de los más chiquitos de la escuela. El trabajo desde los sentimientos y las emociones.
Por Lorena Forzano*
Sentir es inherente a todo ser humano, es parte de crecer. Expresar, reflejar, revelar es poder abrirse para contar lo que nos pasa. Por eso, cuando un niño quiere expresarse es importante poner el sentir en palabras, ayudándolos a encontrarlas.
Las emociones guían gran parte de sus conductas, tienen por tanto una enorme necesidad de comunicar sus sentimientos. En el jardín se abren espacios para canalizar dichas sensaciones y necesidades afectivas.
Los niños tienen la necesidad de poder nominar lo que están sintiendo, aprender que cada emoción tiene un nombre concreto, y que pueden expresarlo sin miedo.
En el Jardín de la Dante Alighieri se trabaja la educación emocional a través de un proyecto específico en el que docentes y alumnos comparten y disfrutan de experiencias, dinámicas y juegos.
En este proceso de aprendizaje damos lugar a crear una “conciencia afectiva” la cual es una herramienta primordial para la vida. Que el niño sea consciente de lo que vive y siente lo hará más independiente, autónomo y contará con la claridad de la palabra a la hora de manifestar todo lo que le pasa, lo bueno y lo malo.
Las diferentes dinámicas permiten desarrollar sus capacidades para poder afianzar en cada niño la propia identidad y adquirir seguridad en sus capacidades, para actuar con iniciativa y autonomía, para aprender, para defender sus derechos y para expresar pensamientos, sentimientos y emociones.
Comprendemos el juego como espacio propio e imprescindible donde los niños desarrollan sus capacidades intelectuales, afectivas y físicas. Enfocándonos en el desarrollo de competencias como eje del aprendizaje, tales como el trabajo en equipo, la capacidad de exploración y el desarrollo de pensamiento creativo.
El juego es la principal actividad del niño, así explora, conoce y conquista el entorno de manera libre y espontánea. Ante situaciones emocionales que el niño transita, el juego oficia de escape natural, ya que el niño expresa a través de éste aquello que aún no sabe cómo expresar con palabras. A través de la imaginación y la fantasía puede ser otro, se fomenta así la confianza en sí mismo y el sentido de la independencia.
Es tarea del jardín brindar espacios propicios para que el mundo simbólico se escenifique mediante lo lúdico. Jugar es una forma de libertad, entonces sí, ¡a jugar se ha dicho!
*Directora del nivel Inicial.