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Desarticulaciones, de Sylvia Molloy

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Reseña Desarticulaciones

Por Lautaro Quintana

Desarticulaciones (2010), obra de difícil clasificación genérica, escrita por Sylvia Molloy, se construye a partir de retazos de recuerdos con los que se trata de reconstruir la historia compartida con una amiga (ML) que padece la enfermedad de Alzheimer, mal degenerativo que progresivamente va descomponiendo la memoria, desarticulando la identidad poco a poco. Del relato “surgen fragmentos desconectados de un pasado que parecía para siempre perdido, como isla que deja un tsunami cuando retrocede” (Pág. 20).
La narradora, con la esperanza de no perder a su amada amiga, la visita diariamente. “Tengo que escribir estos textos mientras ella está viva, mientras no haya muerte o clausura, para tratar de entender este estar/no estar de una persona que se desarticula ante mis ojos” (9). Con el transcurso del tiempo, termina tomando conciencia de que la que está sentada frente a aquella ventana, mirando el cielo, se transformó solo en un recipiente almacenando nada. “Silabeo”, “Listas”, “Despedida”, “Traducción”, “Nombres secretos”, “Retórica”, configuran subtítulos que condensan la pérdida y la ruina.
Sin embargo, a pesar de que su identidad se va desarticulando, la capacidad de traducir una frase del inglés al español con perfecta exactitud, el don de la ironía o el recuerdo de canciones de su pasado, o costumbres, no logran desarraigarse de su memoria. Es impresionante cómo a partir de la música se pueden conectar regiones del cerebro que mediante tratamientos convencionales no se logra. Dice la narradora: “Siento que dejar este relato es dejarla, que al no registrar más mis encuentros le estoy negando algo, una continuidad de la que solo yo, en esas visitas, puedo dar fe. Siento que la estoy abandonando. Pero de algún modo ella misma se está abandonando, así que no me siento culpable. Casi.” (76). De este modo, las visitas se construyen como la única posibilidad de evitar el olvido y seguir compartiendo fragmentos de experiencias compartidas.
¿Cómo dice yo el que no recuerda…? Esta es la pregunta que vertebra toda la obra. La escritura de Molloy ensaya la tensión entre memoria y olvido, a la vez, su prosa rescata en palabras una sensibilidad única, una palabra escrita que va a pervivir a pesar de la muerte.

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