Entrevista a la profesora de Literatura Ivana López
En esta charla abordamos temas de pedagogía y las nuevas formas de aprendizaje, con el foco puesto en los alumnos, sus necesidades y los desafíos del presente.
Por Ludmila Guzmán y Guiliana Robles
-¿Qué diferencias ve entre la pedagogía moderna y la tradicional?
-En realidad no podemos hablar de pedagogía moderna porque seguimos estando en el siglo XX con alumnos del siglo XXI. Además, la pedagogía en América Latina nos sigue viendo cómo materias aisladas y, en realidad, ya no hay nada solo y aislado. Deberíamos trabajar pedagógicamente en relación con otros cursos y deberíamos hacer una coeducación entre otras asignaturas porque el estudiante y la materia no es uno solo.
-¿Usted ve una imagen receptiva y pasiva de por parte de los estudiantes?
-Los estudiantes son lo máximo en este mundo. El aprendizaje es voluntario. Cuando al estudiante se lo motiva, se entrega consignas creativas, los estudiantes responden muy bien. Ya aceptaron que tienen que venir a la escuela y hay un montón de estudiantes que esperan más del colegio, más del profesor, más del sistema, porque quieren venir a entablar lazos y ser escuchados. Es mucho más lo que pretende el estudiante ahora, y la institución también debe estar a la altura de esa demanda.
-¿Cree que las experiencias colaboran más con el aprendizaje que la teoría?
-La teoría es fundamental. La Argentina tiene una tradición teórica muy fuerte. Nosotros pertenecemos a la escuela europea, que tiene una mirada desde la teoría. En cambio, la escuela norteamericana tiene una mirada desde la práctica. Un ejemplo es la escuela de comunicación Mónica Herrera que está en Chile, en Ecuador, en Perú y que trabajan desde el hacer. Es decir, los estudiantes crean agencias de publicidad sin saber nada y los profesores les dan para hacer campañas de publicidad. Una vez que finalizan con eso los profesores le dan la teoría y les dicen ahora, a partir de esto, lo vamos hacer.
-¿Nuestra situación es bien distinta?
-Nosotros somos muy teóricos y citamos a todos los autores, pero muchas veces eso no se traduce en buenos profesionales que son capaces de hacer cosas. Debemos luchar con ese equilibrio entre el hacer y el entender lo que estamos haciendo, pero teoría y práctica tienen que ir juntas. Yo planeo una actividad o una clase y veo que es lo que le pasa al estudiante; la educación tradicional piensa desde el docente, desde donde tiene que enseñarles a los estudiantes e incluso hasta lo que le va a pasar al estudiante con el aprendizaje. En la actualidad es qué le tengo que enseñar y qué es lo que le doy. La mirada que se propone desde la práctica/hacer es qué le tiene que pasar a él y son dos visiones completamente distintas.
-¿Usted cree que la intervención de las redes sociales dentro de la didáctica de una clase aportan o distraen la comunicación entre el estudiante y el profesor?
-La red social se puede usar en el aula siempre que haya un motivo, un para qué. Si no lo hay no sirve. Si lo vamos a usar para chatear con el de al lado no me sirve, porque solamente lo distrae. Si es para buscar alguna información específica o realizar un análisis, ahí se podría utilizar, pero el profesor lo tiene que planificar antes. Es decir, si hay un para qué tiene sentido, sino es sólo una distracción, como sería una pelotita de goma. Todo lo que se hace en el aula tiene que tener un objetivo que, además, se pueda evaluar.
-¿Cómo ve la educación en un futuro?
-Tengo tantas esperanzas en la educación, en las nuevas camadas de docentes, en los derechos de las personas, en que sean escuelas más igualitarias, porque realmente hay un montón de movimientos que van apuntando a eso, a que el estudiante sea escuchado. Todavía tenemos una visión muy antigua: “callate la boca y escuchame”, cuando en realidad el estudiante busca un espacio para hablar y ser escuchado. La educación tiene que ser una conversación como en las redes sociales, en la que estamos conversando contenidos. Tengo esperanza en la nueva conciencia de los estudiantes, con los derechos, con la igualdad, con una mirada más equitativa; también en que los estudiantes de magisterio o profesorado entiendan que tienen que prepararse mucho más para poder acceder a estos estudiantes muchos más complejos. Los estudiantes actuales dan mucho más trabajo que los de hace 30 años, pero también se logran muchas más cosas. Es más trabajo, pero también la satisfacción es mayor.
-¿Cree que las escuelas acompañan este cambio?
-Si la sociedad avanzó tanto, también tendría que verse reflejado en las instituciones educativas. Ahora las paredes entre la sociedad y la escuela son muy finitas. Muchos profesores no están capacitados, pero porque es muy difícil desaprender un modelo para aprender otro. Hay que tener coraje y ganas y darse cuenta de que lo que estudió no le sirve para nada, porque si antes estaba dos horas dibujando el globo terráqueo ahora en Google tiene el globo terráqueo y se puede meter en donde quiera. Entonces ya eso no lo puede hacer más, al menos que quiera que sus alumnos se aburran, entonces tiene que desaprender lo que ya aprendió y aprender todo lo nuevo.